No se puede soñar con algo mejor que pasar unos días en París, pero cuando el termómetro pasa de los 30 grados hay que buscar los mejores lugares para descansar y disfrutar del fresco. En este viaje, descubrimos la parte menos amable del recorrido por esta urbe. Se trata de unos días con temperaturas entre 30 y 40 grados, pisando fuerte el asfalto y buscando la sombra, que se convirtió en el centro de interés. Aun siendo protagonista el calor, mi marido y yo nos hemos enfrentado a él, sin permitirle que restara importancia a lo que habíamos proyectado.
Entretodos
Algunas opciones han sido: la visita al cementerio Père Lachaise, una extensa zona verde en pleno corazón de la ciudad, además de uno de los sitios más frecuentados por turistas y parisinos para pasear, buscando el lugar de reposo de grandes personajes de la cultura. Otra primicia, que nos dejó más que satisfechos, fue asistir, en plena canícula, a un concierto de órgano con un concertista famoso y 80 personas, componentes de una coral, de diferentes nacionalidades. También estas temperaturas nos han permitido pasar horas de 'glamour' por las Galerías Lafayette, donde disfrutamos del diseño de su inmensa y extraordinaria cúpula, un emblema del Art Nouveau.
En el momento que el calor apretaba, el agua y algún helado han sido nuestros mejores aliados. Como cosa excepcional, el viernes 17 y el sábado 18 de junio veinte grandes parques estuvieron abiertos hasta la medianoche. A pesar de una ola de calor inusual, París es siempre una buena idea.