Una chica, en la flor de la vida, de primaverales 20 años, se suicida en una pequeña localidad jienense. Fue víctima de la burla, del escarnio público, de la voraz humillación, a través de las redes sociales. Fue ridiculizada, acosada, por su orientación sexual. No lo pudo soportar y se quitó la vida. Cruel desenlace. Lamentablemente no es el primero. Urge educar en el respeto a la diversidad, en la dignidad, en la igualdad, en la libertad de todo ser humano. Produce tremenda tristeza y consternación, a la vez que indignación y repulsa. Es preciso dar apoyo psicológico inmediato a las víctimas de tan despiadadas burlas, no dejarlas solas, a su suerte. Y debe actuarse con rigor, firmeza y celeridad.
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