El domingo pasado, caminando por solitarias carreteras secundarias y pistas entre el Bages y el Berguedà, pudimos contabilizar decenas y decenas de latas de una conocida bebida junto a los arcenes de ambos lados del camino.
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¿Cómo se puede ensuciar un entorno tan bello y bucólico de manera tan despreciable? El medio natural es de todos y no solo de unos cuantos descerebrados. ¡Basta ya!