En el mundo existen infinidad de barreras. Si te preguntara, apenas rascaríamos un ápice de lo que realmente eres.
Entretodos
Pero, ¿y si tuviéramos el placer de una oportunidad, de adentrarnos por aquel bosque, abriéramos la puerta que más chirriara, saltándonos el laberinto de momentos fantásticos y poder entrar al castillo?
Oh, ahí sí que te lo preguntaría. Subiría corriendo las escaleras hacia el ala oeste. Te lo preguntaría una y otra vez, cortándole a tu rosa cada espina y vería los pétalos caídos brotando una y otra vez, y todo, todo esto, para conocerte.