Las filtraciones de los audios de Florentino Pérez, presidente del Real Madrid Club de Fútbol, son fiel exponente del deleznable tráfico de archivos sonoros obtenidos subrepticiamente, sin el conocimiento ni el consentimiento del interlocutor grabado, en un contexto de conversaciones privadas. Es la revelación de la deslealtad, de la traición a la confianza. El desprecio a la discreción y a la privacidad. Una catedralicia indecencia que desdeña la eticidad.
Entretodos
En cuanto a lo que se ha difundido, ciertamente sorprende sobremanera el desmedido uso de epítetos descalificatorios empleados. Se evidencia una distancia sideral entre quien aparece ante la prensa y en público de forma impecable, con exquisita educación, tranquilo, flemático y hasta melifluo con quien, en su otra faceta, la privada, vierte aceradas y viperinas expresiones toscas, chabacanas, desbarrando de manera inmisericorde contra jugadores y entrenadores, lo que alimenta el desprestigio de quien preside tan digna institución.
Ello pone al descubierto también una guerra sucia, soterrada, en el seno del club o bien en el ámbito empresarial. En cualquier caso, de lo que no cabe duda es de que con tan ignominioso proceder se resiente la imagen del club y también la reputación de su máximo mandatario.