Anna Gabriel ni aprende ni quiere aprender. Sus declaraciones sobre tener hijos en grupo y que sean educados por la 'tribu' son tan poco originales como trasnochadas. De nuevo este personaje pretende reinventar la sopa de ajo como hizo en su día con sus declaraciones acerca de practicar sexo en un andén del metro.
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No se si vale la pena dedicar mi tiempo a escribir sobre temas que lo único que producen es vergüenza ajena, sobre todo viniendo de una figura pública. Y no ya por lo provocativo de sus declaraciones, sino por la ignorancia de sus afirmaciones.
A Anna Gabriel le convendría saber, aunque solo fuera para no hacer el ridículo, que en los años 60 del pasado siglo apareció un movimiento social denominado 'hippie', de aire egocentrista, que practicaba el amor libre, la promiscuidad, y el consumo de todas las drogas habidas y por haber. Así pues, su invento de tener hijos en común y educarlos colectivamente está más que 'demodé'.
Por cierto, cabría señalar que aquellos hijos nacidos de tan original movimiento, no fueron criados por la 'tribu'. A los más afortunados los criaron sus abuelos y al resto, sus madres naturales. Todos ellos fueron ignorados por sus hipotéticos padres que iban despojándose de sus camisas floreadas, barba apostólica y cabellos largo, mientras abandonaban la 'tribu' para enfundarse un traje y una corbata, mucho más apropiados a la hora de dirigir un departamento de la empresa de su rica familia.
Respeto la libertad de tener hijos en común y que sean educados por la 'tribu', no es nuevo, viene del paleolítico. Lo que no soporto es la sopa de ajo y la falta de originalidad.