Todavía no me explico lo mucho que te echo de menos. ¿Qué me diste? ¿Qué me hiciste? ¿Cómo con tan pocos días juntos, tan pocas horas de contacto, te has convertido en alguien tan importante para mí?
Entretodos
La generación no tan perdida
Formación, empleo, relaciones, futuro... Hablemos de qué implica ser joven hoy
Lo cierto es que estar sin saber de ti me duele. Te quiero, y no me puedo explicar por qué. Somos diferentes, no sabemos adónde vamos, no tenemos opción de estar juntos y nos conocemos poco.
Pero aun así, vi algo en ti. Algo que hacía mucho tiempo que no veía. Vi a alguien con quien quería pasar mis días. Alguien con quien reír, a quien abrazar, a quien molestar. Alguien con quien me quería levantar cada mañana. Irracional. Irracional desde que te vi en aquel bar. Irracional como cuando después de que te fueras con otro, te volví a hablar. Irracional como la primera cita en la playa con todos tus amigos. Irracional como para querer viajar 2.000 kilómetros cada fin de semana para pasar tan solo diez horas mirándote a los ojos.
¿Es amor? No lo sé. Cuando escucho a mi corazón se que sí. Cuando mi cabeza se interpone veo lo que nos ha pasado, nuestros caminos paralelos, leo mis lágrimas, y siento tu indiferencia. Cuando todo esto entra en juego, no sé quien soy, no sé quien somos.
Has dejado un vacío en mí, una historia sin final, tantas cosas sin decir y tantos momentos sin vivir. Tanto amor que desechar. Pensé por un momento que escapábamos de lo superficial y construíamos algo. Pero lo cierto es que nos aferramos a vivir algo que sabemos seguro que nos dejará, la vida; y perdemos a las personas que nos acompañan y la hacen verdaderamente digna de ser vivida.
El futuro es incierto, y todo está descontrolado. El mundo es irracional. Y verter aquí con palabras un torrente de emociones es el lugar encontrado para todo aquello que no te pude llegar a dar.