Cada Navidad, sin excepción, alguien de tu entorno pronuncia esas palabras tan temidas por estas fechas: "Vamos a hacer el amigo invisible". ¿Cómo es posible que año tras año se mantenga esta tradición, si nunca, en mi vida, he conocido una sola persona que le guste hacer el amigo invisible? Al final todo son quejas y dolores de cabeza.
Entretodos
¿Por qué nos obligamos a nosotros mismos a pasar por este mal trago, Navidad sí y Navidad también? ¡Ya está bien! ¿Podemos normalizar de una vez por todas el no participar en el amigo invisible de la empresa, la familia o el grupo de colegas? Gracias.