Esta pandemia nos ha conectado. Visto así, el confinamiento ha acercado las TIC a los nativos analógicos. Si hasta antes del confinamiento teníamos varios grupos de Whatsapp, Telegram, escribíamos mensajes en Facebook e Instragram, ahora se han sumado a nuestro cotidiano las reuniones por Zoom, Jitsi o cualquier otra aplicación que nos permite vernos y juntarnos de forma virtual.
Entretodos
Nos vimos, en muchos casos, más que cuando podíamos hacerlo en vivo y en directo. Las multipantallas de la casa se iluminaron gran parte de las horas que pasamos despiertos. La brecha digital intergeneracional se ha visto acortada. Abuelos haciendo videollamadas, instalando aplicaciones en el móvil con la asistencia telefónica de nietos y voluntarios. La necesidad tiene cara de hereje, dicen.
No sé si hubiéramos tenido el tiempo y la paciencia de enseñar a nuestros mayores si no hubiéramos tenido esta necesidad imperiosa de comunicarnos con nuestros seres queridos. Alguna cosa buena nos deja esta pandemia.