Cuánto odio hay hacia la mujer, cuando en un caso de violación la víctima tiene que demostrar que es víctima, cuando la víctima tiene que demostrar que es una 'santa', cuando la víctima quiere renunciar a posibles indemnizaciones para demostrar que sigue siendo víctima.
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Cuánto odio hay hacia la mujer, cuando se le exige que nunca se recupere del trauma, que no vuelva a salir de casa, que viva para siempre con su condena.
Cuánto odio hay hacia la mujer, cuando se le dice cómo tiene que vestir, a qué horarios salir, cuánto tiene que beber, con quién y cómo tiene que hablar.
Y mientras tanto el agresor, el violador, tiene socialmente concedida la presunción de inocencia porque, claro, en esta sociedad 'izquierdosa', donde mandan las 'histéricas feministas', siempre se va a la caza del hombre.
Pobre 'hombre'.