Soy usuaria de Renfe todos los días del año de lunes a viernes, y por supuesto que me incomoda la situación. No es nada agradable levantarse a las 6 de la mañana para ir al trabajo y empezar la jornada con largas esperas en el andén con multitud de gente indignada esperando un tren que nunca llega y que, cuando se digna a pasar, empieza la locura para encontrar un hueco donde poder asfixiarte y sentirte el ser más maltratado del planeta.
Pero entiendo y respeto a los maquinistas de Renfe, que van cada día a sus puestos de trabajo y a los que nada les importan las luchas políticas de un Govern de la Generalitat que, con el traspaso de Renfe, promete un servicio que saben que no van a dar y que solo lo justifican vendiéndonos "trenes catalanes" y culpando de todos los males del mundo a su gran enemigo el Estado español. Otro ejemplo de una lucha política de un gobierno que pretende llegar a la independencia de "su país" y que por el bien de los catalanes (sus catalanes, que no somos todos), todo lo justifican.