Si no tenemos derecho a saltarnos los semáforos en rojo, a fumar en espacios públicos cerrados, a comercializar alimentos con la fecha de caducidad ya rebasada, a dejar los excrementos de las mascotas en las aceras o a verter residuos tóxicos donde nos apetezca, lo de reivindicar libertad para satisfacer deseos de diversión o esparcimiento dejando de lado las medidas preventivas para hacer frente a la pandemia, no parece que vaya a cosechar un cuantioso e inquebrantable apoyo popular.
Entretodos
Por el contrario, cabe la posibilidad de que las conductas reiteradas de desafío y menosprecio hacia la salud y el bienestar general lleguen a originar un clima social favorable al endurecimiento de las penas.