Unos días después de que se concediera a Joan Margarit el premio Cervantes, me recreé en algo que dijo en una entrevista con respecto a la lengua castellana, declaro algo así: "Me la metieron dentro a patadas, pero ahora ya no la pienso devolver". Encontré esta reflexión, no solo enormemente certera y sincera, sino también muy significativa y bella.
Entretodos
Margarit, mientras calculaba estructuras para aguantar edificios y jugaba con palabras para estructurar sus poemas, los otros, los que también hablamos sus dos lenguas, leyéndolos, nos hemos podido evadir temporalmente de las dificultades que tozudamente persisten en nuestra sociedad. A través de sus dos lenguas (la de su madre y la que aprendió después), ha sabido hacer poesía y con ella, así lo confiesa, en los momentos más difíciles de su vida, pudo encontrar cierto consuelo.
Joan, hoy no solo te aplaudo por tu premio, te felicito por haber sabido buscar con ilusión, en aquellos rincones de bares que ni tú mismo ya recuerdas su nombre, las palabras adecuadas para plasmar con tu bella poesía todas tus verdades y, a través de ellas, suministrar tanta felicidad a muchos. ¡Gracias, amigo!