Idolatría literaria

Gabo, la construcción de un héroe colombiano

Colombia vivía uno de sus años más aciagos cuando Gabriel García Márquez fue premiado con el Nobel de Literatura hace 40 años. El galardón tuvo el efecto de sacar al país de la depresión, lo cual resultó fundamental para cimentar una idolatría nacional sin parangón que se mantiene hasta hoy

Cartel de Gabo en el Palacio de Bellas Artes de México tras la muerte del escritor, en 2014. / TOMAS BRAVO (REUTERS)

Era Colombia y era el aciago año de 1982. Aciago rotundo, sin paliativos. Arreciaban los atentados de la guerrilla y especialmente del M-19, que había firmado el atentado contra el Procurador General de la Nación y la toma de municipios como Almaguer. Las FARC hacían lo propio: una emboscada en enero contra una patrulla de la Policía Antinarcóticos (tres policías muertos), en abril una masacre de campesinos en el nororiente del país (cinco muertos), un ataque contra el Ejército en junio en San Vicente del Caguán (ocho muertos). Colombia vivía en medio del fuego cruzado, de una guerra interna no declarada, y aunque no se hablaba de ello, el narcotráfico ya empezaba a corromper las estructuras del poder. En este clima adverso, el presidente Belisario Betancur comunicó a la FIFA que el país renunciaba a organizar el Mundial del 86, del que había sido designado sede ocho años atrás. El Mundial: ese acontecimiento que iba a cambiarlo todo, esa esperanza, una de las pocas ilusiones que le quedaban al país. Colombia estaba deprimida. Todo era malo y no había nada que celebrar.