¿Susto o muerte? Actualidad, por Patrycia Centeno

Nunca he celebrado Halloween. Tal vez, lo reconozco, porque esa idea de que por una noche los espíritus de los muertos (no de los míos, los de todo desconocido en general) vaguen entre los vivos siempre me ha generado un poco de yuyu. No entenderé jamás ese divertimento premeditado y retorcido de asustar al otro... Más cuando la actualidad se empecina últimamente (¿siempre?) en darnos grandes sustos de muerte. ¿Han visto el precio de la energía, la inflación? Peor aún: ¿han visto cómo ha caído el interés por la filosofía, la (est)ética y los principios? No sé ustedes, pero yo sufro de taquicardia desde hace semanas (meses). Con todo, esta noche no podía dormir y me dio por repasar las noticias... Visualizar a Elon Musk llegar a la sede de Twitter cargado con un aseo para lavarse las manos y readmitir cuentas suspendidas tan polémicas/nocivas como la de Donald Trump iba a ser solo un aperitivo. Porque después, lista de mí, me dio por visualizar un vídeo donde Vladímir Putin no solo amenazaba con un posible ataque nuclear sino que además se permitía bromear sobre el asunto. "Hace cuatro años usted dijo que tarde o temprano todos acabaríamos en el paraíso. No tenemos prisa, ¿verdad?", le preguntó un presentador televisivo. El presidente ruso guardó silencio con pose reflexiva durante unos segundos hasta que admitió que lo había hecho expresamente (para asustar)... Sin embargo, banalizar con algo así no fue lo que provocó mi pavor. Fue su sonrisa final. Esa sonrisa soviética sellada tan característica de Putin de medio lado, tan enigmática que nadie sabe interpretar del todo pero que a mí siempre me transmite lo mismo: "Puedo matarte..." Pensar en los hombres y sus familias que han huido de Rusia para no tener que combatir en una estúpida guerra también me sobrecoge. No es menos mi horror al intentar imaginar el dolor de las madres de los soldados que no pueden escapar y envían a morir matando. Obvio las imágenes de la contienda en Ucrania (los demás conflictos no los vemos porque ahora, y quizá nunca, son noticia y eso también es terrorífico), pero solo oír hablar de fosas o escuchar narrar las dolorosas historias personales de cada testimonio me descomponen. Los relatos de tanta brutalidad humana me provocan tanto pánico que hasta la peor de las pesadillas (la idea de que un loco pulse un botón y tanto sufrimiento creado por nuestra especie acabe) no se me antoja tan mala... Me dan miedo los muñecos diabólicos, pero también me acongoja que se pase por alto o se perciba como casual que Giorgia Meloni escoja trajes de Armani en azul oscuro y casi negro para formalizar su cargo como primer ministro (no quiere que le feminicen el título y para parecer más seria ha masculinizado su atuendo; ya saben ustedes que la pluralidad y riqueza indumentaria de la mujer es una frivolidad). La líder de Hermanos de Italia, que se ha pasado toda la campaña electoral huyendo del negro para dulcificar su mensaje y que no la asociaran estéticamente con las camisas de Mussolini, juró su cargo con un total ‘black look’ compuesto por blusa y traje. Pero debemos estar tranquilos y no temer a la posibilidad de que resuciten viejos fantasmas del fascismo. Meloni ha asegurado que es demócrata y los medios de comunicación nos intentan quitar el susto del cuerpo etiquetándola ahora simplemente de “conservadora"... ¡Listo! No debería sobresaltarme tanto, lo sé. Pero es que Rishi Sunak aterrizó en Downing Street y no esbozó ni una sola sonrisa en su discurso de bienvenida (¿solucionar problemas es incompatible con resultar amable?). Tampoco lo acompañaba ninguno de sus familiares (como suele ser costumbre con todos los inquilinos del número 10). Algunos analistas han interpretado esta puesta en escena sobria y fría del primer ministro conservador como una muestra más de que su labor será profesional y no doméstica (vamos, que no se sabe hasta qué punto el multimillonario tendrá en cuenta las dificultades de cada hogar en sus tablas de Excel). ¡Todo alegría, señores! En Irán, pese a todo, las mujeres nos demuestran que no hay que temer la muerte, sino la falta de libertad. El peor de los espantos me lo provoca la descafeinada reacción de nuestros representantes (más los que se dicen feministas) ante la situación iraní. Aquí en España, la afonía de la ministra de Hacienda a modo de niña del exorcista causada por la defensa de los Presupuestos del Estado también ha sido muy inquietante... María Jesús Montero se quedaba sin voz, pero el gran miedo es que a demasiadas familias (incluso trabajando) no les salgan las cuentas. Para contentar a Gabriel Rufián, a la socialista se le escapó algo sobre la reforma del delito de sedición y al PP le faltó tiempo para retirarse de las negociaciones para renovar el CGPJ (el ‘The Walking Dead’ español). Se conoce que ha sido Isabel Díaz Ayuso (personaje que en un hospital o residencia de ancianos me daría más miedo que tener una cita quirúrgica con Freddy Krueger) la que ordenó la decisión a Alberto Núñez Feijóo. Pero más espanto que comprobar que el líder gallego es un títere en manos de la presidenta de la Comunidad de Madrid es descubrir que va a hacer listo a Mariano Rajoy. El origen de ‘1984’ según Feijóo da más canguele que la propia obra de Orwell. Si quieren un susto de los buenos, pongan el telediario. Si lo que desean es dar un buen susto, este Halloween disfrácense de actualidad.

Lo más visto