Limón & vinagre, por Josep Maria Fonalleras

Albert Serra: la broma, el nihilismo y la ternera con setas

Todo en Serra es excesivo, tanto la verborrea que le caracteriza como el rigor que muchas veces pasa desapercibido

El cineasta Albert Serra. / JOSÉ LUIS ROCA

Quizás el resumen más acertado de la vida y la carrera de Albert Serra es una frase que pronunció Salvador Dalí hace años: "A fuerza de jugar a ser un genio te acabas convirtiendo en un genio". Hay quien cree que lo es y hay algunos que piensan que es un charlatán. Tiene tantas chanzas acumuladas, ha pronunciado tantas frases solemnes, que se ha convertido, también, en carne de cañón de las imitaciones, que utilizan su insoslayable fonética 'banyolina' de raíz campesina para caricaturizar ("¡este es el tema!") a un personaje que, por supuesto, no es solo el hombre público que afirma que los actores profesionales deberían estar encerrados en Guantánamo o que, ante el juicio de la historia, dice que el veredicto a favor de Albert Serra "será mejor que el 99'99% de los nombres que tienes en la cabeza". Es también el individuo con una formación colosal y heterogénea (es licenciado en Filología Hispánica, conoce como pocos la cultura francesa, es un experto en ajedrez) que ha optado por ser lo que el crítico de arte Eudald Camps calificó como "un dignísimo sucesor de lo que podríamos llamar la antiacademia daliniana".

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