Entender + con la historia

La hora del adiós | +Historia

Antes de abrazar de forma inexorable la rutina diaria habitual, vale la pena despedirse de la anarquía estival como toca y saborear por un instante lo que estamos a punto de dejar atrás. Y, sobre todo, dar las gracias antes de irse. 

Llegada de las colonias municipales de verano, en septiembre de 1933. / Pérez de Rozas / AFB

Entramos en septiembre y todo, poco a poco, va volviendo a la normalidad, que no deja de ser un eufemismo para admitir que volveremos a ser abducidos por la rutina laboral y escolar. Ahora bien, poco se habla de las despedidas que implica la reanudación de lo cotidiano. No deja de ser curioso que dediquemos más tiempo a hablar del “retorno a la normalidad” que a decir adiós a muchas de las vivencias veraniegas, aunque suelen ser las que nos dejan un recuerdo más profundo y bonito a lo largo de la vida: los viajes, las idas a la playa, las excursiones a la montaña, las sobremesas donde nietos y abuelos juegan a cartas, los amores de verano... O sea que, antes de celebrar que todo vuelve a empezar, dediquémonos a saborear por un instante lo que estamos a punto de dejar atrás.