Este miércoles es el último día de curso para el alumnado de primaria y comienzan las vacaciones escolares. Mientras los niños están entusiasmados, los padres disimulan el ataque de pánico incipiente que les asalta de solo pensar que hasta septiembre deberán tener la prole entretenida. Y aunque los móviles, las tabletas, los videojuegos y toda cuanta pantalla existente emergen como una especie de sirenas para tentar a los pequeños Ulises, muchas familias intentan que no se pasen todas las horas del mundo abducidos en el planeta de los bits. Como estacar a las criaturas en el mástil de la nave como el protagonista de 'La Odisea' de Homero seguramente traería problemas legales a los progenitores, se buscan otros métodos de entretenimiento. Y es entonces cuando hacen acto de aparición los cuadernos de vacaciones, aunque para más de una criatura se vean más como una tortura que un pasatiempo.
Entender + con la historia
¿Quién inventó los cuadernos de verano? | + Historia
Termina el curso escolar y llegan las vacaciones. Tiempo de jugar, de ir a la playa, a la montaña o de quedarse en casa embobado delante de una pantalla. Pero también es el momento de gloria de los cuadernos de verano.
Portada de uno de los cuadernos de verano franceses de Ediciones Magnard. /
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