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Divorciarse de la Iglesia | + Historia

A veces una ley es insuficiente para cambiar las cosas. Es necesario que sea la gente quien quiera cambiarlas. Hace 90 años se intentó, pero no hubo suficiente tiempo para que esa transformación se consolidara.

Asistentes a una conferencia sobre el divorcio en Barcelona en 1933 en el Casal del Metge. / AFB, Pérez de Rozas

Faltan un par de semanas para el 8 de marzo. Estos días en las redes sociales muchas mujeres del ámbito cultural y social que tienen proyección pública explican que las instituciones comienzan a contactar con ellas para “hacer algo” esa jornada. De unos años hacia aquí el Día de la Mujer ha cogido tanta fuerza que ninguna entidad ni organismo quiere dejar de demostrar su (presunta) implicación con la cuestión de género. En muchos casos es un simple blanqueo (o quien prefiera hacerse el moderno y tirar de inglés: 'purple washing'). Ahora bien, el hecho de que las instituciones crean que el 8-M tienen hacer algo no es un tema menor. Saben que de lo contrario serán señaladas por la opinión pública y, si esto es así, es porque comienza a haber un cambio de mentalidad.

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