Hace pocos días, Carles Planas conversaba para este periódico con el autor del libro 'Confesiones de un bot ruso', que acaba de publicar la editorial Debate. Su autor, que se mantiene en el anonimato por cuestiones contractuales, es exempleado de una empresa internacional especializada en lo que en el mundo digital se conoce como 'astroturfing' (un nuevo anglicismo que toca añadir al castellano). Con este término se definen las campañas diseñadas para influir en la opinión pública, bien para potenciar la buena reputación del cliente o para perjudicar a los adversarios. A los usuarios de las redes sociales no les sorprenderá porque en el universo digital es el pan nuestro de cada día. Especialmente en Twitter, que es el principal campo de batalla de la guerra mediática actual. Solo hay que repasar qué ha sucedido durante el proceso de selección de la canción candidata a participar en Eurovisión, los encendidos debates sobre las vacunas o la bilis que lo inunda todo durante las campañas electorales.
Entender + con la historia
Bots de carne y huesos I + Historia
Cada vez somos más conscientes de que en las redes sociales hay intereses ocultos que intentan influir en nuestra forma de pensar. En realidad, no es algo nuevo. La diferencia es que ahora cuesta más que nos den gato por liebre.
’Four Minute Men’ de Humphrey, Nebraska.
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