Pasaban cinco minutos de las nueve y cuarto de la noche, cuando el crucero Costa Concordia chocó contra un arrecife cerca de la isla italiana de Giglio, situada justo enfrente de la Toscana. El barco, que medía 290 metros de eslora, sufrió daños irreversibles. Una grieta de setenta metros de largo en la zona del casco provocó una vía de agua y la nave empezó a inundarse sin que nadie pudiera impedirlo. Esto afectó a su flotación y la nave se fue inclinando hasta quedar casi tumbada por completo. Pero lo más grave fue que, por culpa del accidente, perdieron la vida 32 personas en un naufragio que generó mucha polémica por el papel del capitán de la nave, Francesco Schettino, tanto por la maniobra que provocó el hundimiento del barco como por la forma en que se evacuaron los 3200 pasajeros y el millar de miembros de la tripulación.
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El mar, un campo de batalla | + Historia
Se cumplen diez años del naufragio del crucero Costa Concordia, un accidente con mucha repercusión mediática. Aquello fue un hecho trágico pero aislado, muy lejos de lo que ocurría hace algo más de un siglo.
Hundimiento del RMS Lusitania, en 2015.
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