Patrulla ciudadana virtual en Zona Franca

Hace dos años era fácil coincidir en el subsuelo de la ciudad con Guardian Angels Barcelona, una patrulla ciudadana uniformada cuyo principal objetivo era dar con los amigos de lo ajeno. Su 'modus operandi', según fuentes policiales, rayaba la infracción penal y sobre todo provocaba entre los pasajeros mayor sensación de inseguridad. Esos cazacarteristas con vestimenta y maneras paramilitares ya no forman parte de la fauna del metro de la capital catalana, principalmente por el férreo marcaje policial. Sí se mantiene, en cambio, otro fenómeno similar, las llamadas patrullas ciudadanas virtuales, grupos de ciudadanos organizados a través de redes sociales y plataformas de mensajería como Whatsapp y Telegram. Uno de estos grupos, a escala de barrio, es Alarma Zona Franca y la lectora Lourdes Tasies, de 19 años, defiende en una carta su utilidad: “El funcionamiento que tienen me parece exquisito, debido a la gran voluntad de colaborar por un barrio mejor y sin violencia”, asegura esta joven universitaria. “En el barrio de La Marina de Port, en Zona Franca, los vecinos nos hemos visto obligados a vigilarnos por un incremento de altercados”, defiende la lectora, que echa mano de la hemeroteca para justificar este ciberactivismo contra la delincuencia. Ciertamente, a finales del 2020 tuvieron lugar dos atracos con violencia con mujeres de avanzada edad como víctimas. A una la golpearon con saña y a la segunda la estrangularon. Estos dos hechos, producidos en septiembre y noviembre del 2020, dieron lugar en un primer momento a movilizaciones que llegaron a cortar el paseo de la Zona Franca, exigiendo más vigilancia policial, y poco después a la creación más o menos espontánea de grupos virtuales en los que se comparten principalmente alertas delictivas e imágenes de personas supuestamente sospechosas. La lectora pone un ejemplo: “En el momento que alguien observa un problema, toma una foto del lugar y las personas más cercanas al sitio intentan solucionar el problema, nunca usando la violencia, mientras se llama a la policía”, explica la lectora, quien asegura que entre que pasa el delito y llega la policía pueden pasar varios minutos. Y ellos intentan cubrir ese espacio. “En ocasiones, y ante hechos como un hurto, por ejemplo, los vecinos permanecen junto con la persona afectada dándole apoyo”, añade. La mera existencia de este grupo virtual implica una reivindicación o crítica al sistema, también cierto sentimiento de desamparo. “Me entristece ver en qué situación nos encontramos en Barcelona. Hemos tenido que recurrir a esto porque los robos, las violaciones, las okupaciones, entre otros delitos, van en incremento”, afirma Tasies, quien enumera los que considera puntos negros del barrio. Son la salida de la parada de metro Foneria, la plaza de Marina de Sants y la calle de Ferrocarrils Catalans. En esta última vía se produjo un tirón hace más de dos meses, el último acto delictivo del que tienen constancia. Un tirón Los hechos tuvieron lugar el pasado 15 de septiembre cuando la propietaria de la farmacia situada en el número 69 de esta calle pegada a la falda de la montaña de Montjuïc. “Eran las ocho y media, bajé la persiana, me dirigí a los contenedores para tirar una caja al cartón y noté una presencia. Eran dos chicos que iban en moto y se llevaron mi bolso”, rememora la propietaria, Belkis Martinez, quien canceló rápidamente sus tarjetas y puso una denuncia. “En los minutos que tardaron los del banco en bloquearme las tarjetas –continúa- compraron en tres establecimientos diferentes. Compraron pizzas, bollería y frutas. Unos 100 euros”. Mossos d’Esquadra reforzó su presencia en la zona tras los citados incidentes y posteriormente ha ido modulando la misma. “Debemos tener en cuenta que una cosa es la sensación y otra la realidad. Dos o tres hechos delictivos muy seguidos o muy violentos pueden ser multiplicados por el boca-oreja y disparar esa sensación de inseguridad”, explican fuentes policiales a este diario. Las mismas fuentes recuerdan que las tareas policiales son competencia exclusiva de los agentes, si bien “la colaboración ciudadana” siempre es bien recibida. En este sentido, subrayan, es fundamental que las personas incluidas en estos grupos de Telegram o Whatsapp tengan siempre un referente policial claro y llamen en cuanto sean conocedoras de un acto delictivo. “La seguridad no es responsabilidad de la ciudadanía. En lugar de enfrentarse a un ladrón o intentarlo retener, por ejemplo, es mucho más importante mantener la calma y fijarse en los detalles para dar una buena descripción a la policía”, añaden. Las patrullas ciudadanas virtuales es, gusten más o menos, un signo de los tiempos. “Lo que antes se podía comentar en una tienda, que era centro neurálgico de la vida en el barrio, ahora se ha trasladado a las pantallas. Lo importante es no ponerse en riesgo y llamar a la policía”, apostillan desde Mossos. Si quieres dar a conocer tu punto de vista entre la comunidad de EL PERIÓDICO y que tus quejas reciban respuesta, únete a Entre Todos , donde podrás publicar tus cartas y leer otros artículos.

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