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¿Han quedado obsoletos los placeres culpables en la música?

Los remordimientos por disfrutar de artistas percibidos como poco prestigiosos van a la baja en las nuevas generaciones, pero crecen los dilemas en una parcela: el disfrute de canciones de figuras con comportamientos éticos o políticos reprobables

El grupo sueco Abba. / AFP / ADRIAN DENNIS

La publicación de canciones nuevas de Abba ha puesto de nuevo en órbita la noción de placer culpable o dulce pecado, el ‘guilty pleasure’ anglosajón, aplicada a aquello que te gratifica íntimamente aun presintiendo que no casa con el canon de lo prestigioso, respetable o ‘cool’. Los suecos han sido largamente reconocidos como un ‘must’ de la cultura pop, pero todavía generan vestigios de anticuerpos. ¿Es cabal sentirte mal contigo mismo por el hecho de disfrutar de algo que percibes como incorrecto? Y más aún, ¿está vigente ese concepto en tiempos de ‘playlists’ eclécticas y transversales, y en que la juventud ya no parece construir tanto su identidad en torno a un polo único, como es la música?

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