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Luz en la oscuridad

Barcelona cambia la manera de iluminar las calles para hacerlas más seguras, sobre todo pensando en las mujeres, que sufren asaltos nocturnos. En realidad, es una medida que va bien a todo el mundo. En 1875 ya lo sabían

Operarios arreglando un fanal de la Rambla en 1907. / Arxiu Fotogràfic de Barcelona

Hace unos días el Ayuntamiento de Barcelona anunciaba que, siguiendo con las reformas del alumbrado público, estaba cambiando las farolas de zonas de la izquierda del Eixample y de Horta-Guinardó. La razón de esta intervención es doble. Por un lado está la cuestión de la eficiencia energética, porque las nuevas luces son más potentes y gastan menos, y por otro lado para incorporar la perspectiva de género. Esta es una reivindicación histórica de muchos colectivos feministas, que reclaman acabar con los puntos oscuros y que las calles estén mejor iluminadas. Las zonas con poca luz son aprovechadas por los asaltantes para atacar a las mujeres, que no pueden pasear tranquilamente cuando anochece. Lo que es sorprendente es que se tenga que destacar la cuestión del género, cuando en realidad es una medida que beneficia a todos. Unas calles mejor iluminadas son seguras tanto para las mujeres como para los hombres. Sirva de prueba lo que se vivió no demasiado lejos de la zona donde ahora ponen las nuevas luces.