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El cuerpo para competir, no para exhibirlo

Mientras el mundo estaba pendiente de Simone Biles pasó desapercibido que las gimnastas alemanas compitieran con un uniforme que les cubría todo el cuerpo. Una manera de denunciar la cosificación de las atletas

El equipo de gimnasia noruego durante los Juegos Olímpicos de 1912 en Estocolmo. / Bob Thomas/Popperfoto (Popperfoto via Getty Images)

La relación de la mujer con el deporte siempre ha estado condicionada por la mirada y la mentalidad masculinas. Y es en los Juegos Olímpicos donde esto se hace más evidente. En poco más de 100 años se ha pasado de quererlas excluir –porque, según Pierre de Coubertain, las cualidades de un atleta no eran adecuadas para las damas– a obligarlas a vestir brevísimos uniformes ceñidos con el argumento de que esto favorece el espectáculo.