En un solar de la calle de Granollers, en el barrio de Horta, vivían tranquilamente 14 mininos, sin generar molestias a sus vecinos, hasta que entraron sin previo aviso unas máquinas de construcción. La presencia de los operarios ahuyentó a los gatos y generó en los animales un estrés innecesario. Por no hablar del esfuerzo que supone volverlos a capturar y reubicar. “¿Tanto cuesta a las constructoras avisar si ven una colonia numerosa de gatos que salta a la vista?”, se pregunta uno de nuestros lectores, Joel Giménez, de 24 años, en una carta enviada a Entre Todos.

Giménez no forma parte de ninguna de estas asociaciones -por falta de tiempo, precisa-, pero sí ha colaborado económicamente, con donativos. “He escrito la carta para visibilizar esta problemática, pues al parecer está a la orden del día”, explica este joven, que también denuncia en su misiva la poca colaboración de una importante compañía situada en la Zona Franca en el mantenimiento de su colonia de felinos.

Gats de Gràcia es la entidad que denunció este desalojo “de un día para otro” en sus redes sociales. “Los animales salieron despavoridos y nos encontramos las casetas destruidas”, denuncia su portavoz, Yolanda Van Amersfoot, quien solicita “un protocolo” para evitar que estas situaciones, cada vez más frecuentes, se repitan. “Los gatos son territoriales y reubicarlos no es sencillo, requiere tiempo, y los voluntarios de las entidades estamos dispuestos a hacerlo. Solo pedimos al ayuntamiento que nos avise antes y ofrezca una alternativa en caso de conceder un permiso de obras en esa ubicación”, añade esta activista, preocupada por la excolonia de la calle de Granollers. “Hemos conseguido recuperar a ocho de los 14 y ahora están en una instalación municipal, el Viver de Tres Pins, esperando reubicación definitiva –continúa la animalista-, pero el resto se han perdido por el barrio”.

El  Ayuntamiento de Barcelona no es precisamente sospechoso de dar la espalda a estas colonias de gatos. Su programa de control de colonias de gatos, basado en el método CER (captura, esterilización y retorno), arrancó en 2003 y 12 años después permitió estabilizar el número de gatos callejeros (ahora ronda los 7.300, según los datos del Departament de Protecció dels Animals). El pasado mes de marzo aprobó una convocatoria de subvenciones a entidades y asociaciones sin ánimo de lucro responsables de las colonias de gatos dotada con 160.000 euros, un 11% más que el año pasado. Respecto al caso en el solar privado de Horta, fuentes municipales explican a EL PERIÓDICO que han dado “apoyo absoluto a la entidad para hacer las capturas y en el realojo provisional”. Con todo, recuerdan que las acciones en espacios privados son “muy complejas” porque los técnicos del consistorio “no pueden acceder sin permiso”.

Van Amersfoot insiste en la necesidad de un protocolo que debería activarse en cuanto una de las colonias censadas corriera peligro. Desalojos sin previo aviso como el sucedido en Horta ponen en riesgo el bienestar de los animales y, no menos importante, suponen un “desprecio” al trabajo conjunto realizado anterioramente. “El ayuntamiento paga las esterilizaciones, invierte dinero, pero nosotros nos también nos implicamos, física y emocionalmente. Y de repente, de un día para otro, nada. No podemos permitirlo”, añade la animalista, que recuerda que gracias al trabajo invisible de cientos de voluntarios las colonias de gatos están debidamente alimentadas, controladas en cuanto a número y no suponen un foco de suciedad y otras molestias para sus vecinos.