Choque de violencias en Barcelona

Joan Cañete Bayle | 27 febrero 2021

Los disturbios tras las manifestaciones responden a una suma de lógicas diversas que se solapan entre sí

El supermercado de las imágenes, por definición reduccionista, dispone de tres grandes fotos fijas para explicar las manifestaciones y los posteriores disturbios acontecidos en Barcelona con motivo del encarcelamiento del rapero Pablo Hasél. La primera es una pancarta, lo más parecido a una cabecera que se ha visto en las protestas, que rezaba: “Nos habéis enseñado que ser pacíficos es inútil”. La segunda es la fotografía de una joven que perdió el ojo en los disturbios (la Conselleria de Interior ha abierto una investigación para aclarar si fue a causa de una bala de foam). La tercera es un vídeo: grupos de saqueadores asaltando los comercios del paseo de Gràcia. De fondo, la hipnótica danza de las llamas de los contenedores ardiendo y el ruido del polarizado debate público: el oportunismo y el tacticismo político, en plena negociación de la formación de un Govern tras las elecciones del 14-F; la ira contra los vándalos; la indignación por la actuación de la Área de Brigada Móvil (Brimo) de los Mossos d’Esquadra; la incomprensión generacional entre los jóvenes y el mundo de los adultos.

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