Entre todos

Aída Bueno: "Tenemos que desimperializarnos"

La antropóloga afrocubana presenta su cortometraje ‘Guillermina’ y expone las huellas del colonialismo en nuestra vida cotidiana en una conversación dentro del ciclo de debates ‘La cicatriz colonial’. Una voz imprescindible para escuchar y reflexionar.

Fecha y lugar: 14 de diciembre, de 18.30 a 20.00 horas. CCCB. 3 euros

Aida Bueno Sarduy / SHIRLEY REYNOZO

¿Qué herencias del imperialismo siguen presentes en nuestra vida cotidiana?

El colonialismo es un proceso histórico que no ha concluido porque está pensado para persistir en el tiempo. A diferencia de otras formas de discriminación, el racismo introduce en ambos lados la idea de la superioridad biológica, que se reproduce automáticamente y se manifiesta en las relaciones sociales en cada momento y en todos los lugares.

¿Es una reproducción inconsciente?

No, es imposible que no se vea. Si estoy ante un acto racista en el metro y decido no intervenir no es porque no lo vea, sino porque resulta más rentable y cómodo fingir que no lo veo.

¿Por qué?

Ahora el capitalismo está demostrando que también puede explotar a los blancos y dejarlos sin trabajo y sin casa, pero durante mucho tiempo el sistema ha transmitido la idea de que por ser blanco podías disfrutar ilícitamente de una serie de privilegios a costa de otros.

España es el país europeo con más demanda de trabajadoras domésticas. Responde al ethos de la burguesía española, a la memoria imperial vinculada a no hacer determinadas cosas que otros hacen por ti"

Un caso extremo es el de las trabajadoras domésticas semiesclavizadas.

España es el país europeo con más demanda de trabajadoras domésticas. ¿Por qué? Porque responde al ethos [el carácter distintivo] de la burguesía española, a la memoria imperial vinculada a no hacer determinadas cosas que otros hacen por ti. La colonización española, las encomiendas, eran poblaciones enteras trabajando para el enriquecimiento de los españoles.

¿Esa mentalidad nos hace sentir superiores?

Yo la llamo la ‘tara colonial’. Es el efecto que tiene en el colonizador el haber pasado siglos sin escuchar, desarrollando una especie de sordera crónica. ¿Qué significa ese discurso de dar voz a los sin voz? Que tú estés sordo no quiere decir que los demás no hablen. El subalterno siempre ha podido hablar, el que no escucha es el poder. Esta es una sociedad muy tarada por su ensimismamiento, por esa seguridad absoluta de que todo lo hace bien.

¿Desde cuándo somos así?

Está en los relatos fundacionales de Occidente, en su dios-hombre que crea el mundo él solo y cada vez que termina algo dice: “¡Perfecto!”. En cambio, muchas culturas indígenas tienen varios dioses que hacen experimentos de creación de mundo y, si sale mal, lo vuelven a hacer.

Aleccionamos mucho y escuchamos poco.

La mayor parte de la producción teórica sobre género, por ejemplo, ya era la praxis de muchas culturas hace muchísimo tiempo. La cultura blanca occidental no le ha enseñado nada a las culturas indígenas, cuyas alternativas han sido descalificadas, ignoradas e incluso prohibidas. Cada vez que Occidente necesita dar un paso adelante tiene que reinventarse otra vez el mundo. Es una especie de psicopatía.

¿Cómo desprenderse de esos aires de superioridad?

Tenemos que desimperializarnos, entender que provenir de un imperio tan nefasto no es un privilegio y que no podemos sentirnos orgullosos de ello. Tendremos que presentar una impugnación radical al poder. Y cuando este pensamiento sea mayoritario, el poder tendrá que recular como ha pasado tantas veces en la historia. Y cuando Occidente se desimperialice tendrá la alegría que no tiene, porque es una cultura con mucha opulencia pero triste.

Eso dice el pensamiento decolonial.

Sí, pero parece que es el otro quien tiene hacer el proceso de descolonizarse y yo no acepto que encima me sigan impondiendo lo que tengo que hacer. No me digas que me descolonialice, ¡desimperialízate tú!

¿La gestión de la pandemia también refleja esa supremacía blanca?

Como mujer negra afrodescendiente tengo derecho a desconfiar de un sistema que no ha tenido piedad a la hora de exterminar a una parte de la humanidad cada vez que le ha convenido y que elige de qué enfermedades puede o no dejarte morir.

"La promoción del tabaquismo, del alcoholismo, del consumo indiscriminado de azúcar… es una forma de matar cobrando impuestos"

No se anda por las ramas.

La promoción del tabaquismo, del alcoholismo, del consumo indiscriminado de azúcar… es una forma de matar cobrando impuestos. Que ahora decidan que no te van a dejar a morir de covid-19 me lleva a preguntarme, como antropóloga, qué significa esta enfermedad para el poder para que le plante una batalla tan contundente cuando a la vez permite que millones de personas mueran por enfermedades para las que existen vacunas que no son rentables.

¿Y qué se responde?

Probablemente lo que se esté jugando detrás de ese deseo de salvarnos del covid sea el miedo del capitalismo a los efectos de esta enfermedad en términos de rentabilidad –las flotas de aviación están paradas, mientras que todos los pobres que se dejan morir de otras enfermedades jamás cogerán un avión—y la guerra fría actualizada entre China y Estados Unidos. No, no me creo que esta carrera desenfrenada por las vacunas esté motivada por razones humanitarias, si fuera así ya hace tiempo que estaríamos en otro mundo.