GENTE CORRIENTE

Ricardo Fité: "Justo es lo que busco, sitios donde no haya nada que hacer"

Amante de la carretera, la moto y la aventura, cuenta en un libro cinco grandes experiencias: por Turquía, por Irán, por Rusia, por Siberia y por la carretera del Pamir

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La moto, la carretera, la aventura: Ricardo Fité tiene esas tres por coordenadas fundamentales de su vida, y es espejo de ello el libro que acaba de publicar, '5 veranos en moto' (Diéresis), donde cuenta con detalle cinco monumentales recorridos: por Turquía, por Irán, por Rusia, por Siberia y por la mítica carretera del Pamir. Háblele usted de turismo de masas a este caballero: como mínimo lo mirará de soslayo.

-Uno ve los mapas de sus viajes y dice: esto es aventura.

-Digamos que es lo poco de incertidumbre que nos queda. La poca aventura a la que nos podemos exponer hoy en día.

-¿Se refiere a que el turismo de masas cada vez empuja más los márgenes?

-Mire, yo no digo que ese turismo no sea bonito. Ir al Kremlin, ir a la Sagrada Família, todo eso es muy bonito. Lo que pasa es que hay tantas colas, tantos ríos de gente… Yo estuve en el castillo del Conde Drácula, y luego me arrepentí de haber ido ahí.

-De acuerdo. ¿Qué le dan o qué busca en sus viajes?

-Me siento muy cómodo entre desconocidos, en sitios donde la gente me mira como diciendo: "Pero tú qué haces aquí, chico, tendrías que estar en Italia, qué haces en Rusia, qué haces en Ucrania". Justo es eso lo que busco, un poco de nada, que no haya nada, ir a un sitio en el que estés tranquilo y que no haya nada que hacer.

-Bueno, y el contacto con la gente, por lo que entiendo. Dice que los rusos son buenísimas personas.

-Es una paradoja brutal. Los soviéticos y los eslavos, que parecen los más fríos y distantes, luego es todo lo contrario. Son serios al principio, pero enseguida te dicen: "Vente a mi casa y arreglamos el problema que tienes con la moto". Te invitan a cenar, te sacan lo poco que tienen, te dan vodka, te preguntan, te cuentan cómo les va su vida. Todo lo contrario que en Europa occidental.

-¿Qué quiere decir?

-Que aquí tenemos la mejor entrada, la mejor sonrisa. Sin embargo, a ver quién te abre la puerta de su casa.

-Los cinco viajes los hizo con la misma moto, ¿no?

-La misma, una Honda CB750 del 93.

-Mucha carretera juntos.

-Con esa moto he ido a todas partes. A nacimientos y despedidas, a conquistar a parejas, a despedirme de ellas y a volver a rodar solo, a buscar trabajos y a firmar finiquitos, a todas partes me ha llevado. Es como una amiga que cuando sales de un sitio te guiña el ojo y te dice: "Venga, vámonos de aquí". Y le das gas y suena familiar. Me hace sentir muy en casa.

-¿Hacer esta clase de viajes es buscarse deliberadamente problemas?

-En teoría no, pero yo creo que inconscientemente sí. Hay algo, es un juego, es el juego de la incertidumbre que busca el europeo. El que ha pasado por una situación complicada esto no lo quiere ver más. Tenía una novia moldava y le decía que quería ir a Ucrania, y ella decía que a Ucrania no iba, que ella quería ir a Italia.

-Lo contrario que usted.

-Para mí, todas las ciudades europeas tienen una catedral y un centro histórico lleno de Pizza Hut y Burguer King. No tengo ganas de eso. Tengo ganas de irme a Siberia y que allí me metan en una cabaña de madera con una estufa herrumbrosa.

-¿Qué me dice del viaje interior?

-Que lo he tenido que parar porque me estaba volviendo loco. No consigo parar mi mente, me invaden sentimientos y sensaciones que no me gusta tener.

-¿Cómo lo paró?

-Me pongo a escuchar programas de humor, conferencias… Claro, si me voy a pasar seis, ocho horas encima de la moto, me pongo una conferencia de esas que te da pereza mirártela por Youtube. El viaje interior se lo dejo a mi psicoanalista. Que lo haga él.

(Ricardo Fité presentará ‘5 veranos en moto’ el día 6 de julio en La Casa del Llibre y el día 12 en el Fnac de la Illa, en Barcelona)