Maria Vidal: "Echaba en falta alforjas baratas y me las hice yo"

Su vida rueda en bicicleta como una manera de sentir que todo fluye más bien. Ha creado alforjas de cartón para ayudarse

Maria Vidal, ilustradora y promotora del uso de la bicicleta. / ANNA MAS

Los primeros pedaleos de Maria Vidal (Barcelona, 1976) en bicicleta habían quedado relegados siempre a sus veranos en Palau de Santa Eulàlia (Alt Empordà). Hasta el día en que sus padres decidieron dejar Barcelona, la ciudad donde vivían, y mudarse a Cardedeu. A cambio, en su nueva residencia en el Vallès Oriental ella y sus tres hermanos pequeños podrían tener una bicicleta. Así Maria empezó a rodar en sintonía con sus nuevas emociones más cerca del campo, un nuevo estilo de vida y una inspiración vital.

¿Qué cambios llegaron al dejar la ciudad?

Yo noté que, en realidad yo era de pueblo, porque en Cardedeu me sentía mucho más autosuficiente. Con 15 años, en Barcelona podía hacer pocas cosas, y en cambio allí iba al instituto en bicicleta, no me tenían que acompañar a ninguna parte.

Casi tres décadas después, a la bicicleta todavía le queda mucho por conquistar.

Sí, por un lado hemos avanzado bastante. Yo recuerdo que a finales de los años 90 pasé de considerar que una compañera de la universidad estaba loca por ir en bicicleta por Barcelona a volverme una verdadera militante, una defensora de este medio de transporte.

¿Qué es clave en la saludable convivencia de coches, motos, bicis, patinetes, skates, peatones y gente con movilidad reducida?

Deberíamos ir todos más lentos. Ahora estamos en transición. En Cardedeu, padres y madres de la escuela de mis hijos conseguimos un carril bici, creamos una comisión de movilidad -a Cardedeu, amb bici i a peu- con padres de los otros cuatro colegios.

¿Qué más han conseguido?

Calles de prioridad invertida, no peatonales, pero donde los coches van más lentos. Y ahora la policía local de Cardedeu nos quiere ceder 70 bicis recuperadas de robos y nosotros las arreglaremos, las pintaremos, les pondremos el nombre de un escritor a cada una y se podrán utilizar como préstamo en la biblioteca. Es Lliurecletes de Cardedeu, nuestro proyecto estrella.

Pero esas bicicletas tenían dueños.

Se han buscado, se ha publicado en el boletín oficial del ayuntamiento y pasado un tiempo han pasado a ser del consistorio. Yo lanzando mensajes a través de la bicicleta soy tan feliz como yendo en ella; compensa el sedentarismo de nuestras vidas. Me encanta la sensación de volar, deslizarte sin hacer ruido con el aire en la cara. Me dan un coche eléctrico gratis y yo elijo la bici.

¿Su idea de las alforjas cómo surgió?

Pensando en actividades para la semana de la movilidad -en septiembre-, alguien comentó que había visto alforjas de cartón y propusimos comprar unas, pero eran muy caras. Como soy diseñadora gráfica e ilustradora (www.maraki.cat), yo que como ciclista echaba en falta alforjas baratas, me las hice yo (www.alforgesdecartro.wordpress.com). Pensé en hacer algo bonito, y descubrí que las alforjas pasaban a unir mis dos pasiones: la bicicleta y la ilustración. Y montamos talleres para hacerlas. Ahora he hecho también unas para patinete y bici. Los amigos de mis hijos las prueban.

¿Qué acostumbra a llevar en sus alforjas?

Chaqueta, paraguas y la botella de agua.

Paraguas! Porque si llueve...

No ha habido nadie que no me haya preguntado qué pasa cuando llueve. Si se moja mucho, se reblandece y entonces no se puede poner peso dentro, pero cuando se seca se recupera. Pero estoy investigando otros materiales, como el que se utiliza en las pancartas electorales. Me gustaría poder hacerlo con un material ecológico.

Todo en el pueblo parece más ecológico. 

La vida puede ser más simple en todos los sitios, pero en el pueblo tal vez se improvisa más. Nosotros el día 20 hacemos un intercambio de ropa que empezó siendo entre amigas y hoy está abierto a todos.