GENTE CORRIENTE

Xavier Basora: «Me encanta oír hablar catalán a mis alumnos madrileños»

Este filólogo lleva 17 años enseñando catalán junto a la Cibeles. «Y nunca tuve ningún problema. Ahora tampoco», asegura.

zentauroepp40689680 xavier basora contra contraportada171102172846 / JUAN MANUEL PRATS

Coordina las clases de catalán que ofrece la delegación de la Generalitat en Madrid, las imparte él mismo a grupos de niños y también traduce para empresas y ante instancias judiciales. Y así durante 17 años. En Tarragona, donde nació en 1970 y regresará algún día, tiene amigos que lo consideran poco menos que un héroe, pero él quita épica a su trabajo. Estos últimos días, sin embargo, reconoce que se siente «raro».

–¿Cómo llegó aquí?

–Desde los 12 años supe que quería ser profesor de catalán. Lo mío es vocacional, nunca me planteé hacer otra cosa. Trabajé en colegios de Tarragona, y me gustaba, pero con la ESO me quemé. Alguien me habló de las clases que impartía la Generalitat en Madrid, envié el currículum y me cogieron. Me decidí de un día para otro. Era el año 2000.

–¿Imaginaba que hoy seguiría en Madrid?

–Todo se fue desarrollando sin hacer planes. Aparte de los cursos oficiales, me especialicé como traductor jurado, di clases particulares de catalán a ejecutivos, enseñé a empleados de multinacionales… Un amigo de Tarragona suele presentarme como «el único tío que lleva 17 años viviendo del catalán en Madrid». Exagera en el tono, pero no le falta razón. 

–¿Cuántos alumnos habrán pasado por sus manos en estos años?

–No menos de 1.000, y hay de todo: desde empresarios que querían hacer negocios en Barcelona usando nuestro idioma hasta gente que se enamoró del catalán oyendo a Llach o Els Pets; desde catalanes residentes en Madrid que quieren que sus hijos sepan gramática hasta abuelos madrileños que desean hablar a sus nietos en su lengua cuando van a Catalunya a visitarles. En Madrid hay más interés por el catalán del que parece. 

–Llamativa afirmación.

–Llamativa por desconocimiento. Después de tantos años me sorprenden los prejuicios que perduran aquí y allí. Nunca tuve el menor problema por enseñar catalán en Madrid, ni antes ni ahora, ni jamás he detectado la hostilidad hacia Catalunya que algunos imaginan. Pero también es cierto que las sociedades monolingües, como la madrileña, no siempre entienden a las bilingües. 

–¿A qué se refiere?

–A menudo se ve la lengua como una barrera, cuando es una riqueza. En España, en general, no se valora el aprendizaje de idiomas. Y es una pena, porque si en los colegios se enseñaran las otras lenguas oficiales, aunque fueran unas nociones, nos entenderíamos mejor y tendríamos menos problemas. Ojo, esta reflexión es filológica, no política.

–¿Aquí se ha notado el procés

–La demanda de clases de catalán en Madrid no ha parado de crecer en los últimos años. En mis clases hablamos mucho de cultura catalana, pero nunca de política. Lo digo por los que, desde el desconocimiento, siguen sosteniendo lo del adoctrinamiento.

–El último mes ha sido de vértigo. ¿Ha conseguido mantenerse al margen?

–Las clases son en Blanquerna, que en el pasado fue objeto de ataques de ultras, y en los días más intensos ha habido algún padre que ha preferido no traer a su hijo por precaución, pero ha sido la excepción. Por lo demás, todo normal.

–¿Y usted cómo lo lleva?

–En los últimos días me he notado raro. Por comentarios que oigo en la calle, en el bar, en el ascensor... Flota en el ambiente. Siento pena por el desconocimiento con el que se habla. Esto no lo había sentido antes. 

–¿Hasta para hacerle pensar en volver?

–No. Cuando vuelva lo haré por motivos personales, no por la política. Sigo en Madrid porque aquí están mi pareja y mi trabajo, y porque me gusta lo que hago. Me encanta oír a mis alumnos madrileños hablar catalán y me satisface haber colaborado a ello. No veo motivos para dejar de hacerlo.