Los treinta y seis años que duró el franquismo fueron uno de los periodos más oscuros de la historia de España. En Catalunya se vivió una etapa de retroceso y se perdieron muchos de los derechos conseguidos durante la Segunda República. Franco impuso una dictadura de 1939 a 1975 caracterizada por el miedo, el control ideológico y moral de la sociedad, la pobreza, la pérdida de las libertades y derechos humanos elementales y la represión política y social.
Pero, ¿cómo afectó el franquismo a la sociedad catalana? En concreto, ¿cómo afectó a mi familia? Mi abuelo nació en el Paral·lel, en Barcelona, al mes justo de estallar la guerra civil, el 19 de agosto de 1936. A pesar de que era muy pequeño, aún recuerda el miedo que sentía cada vez que sonaban las sirenas para avisar de un bombardeo y debía ir corriendo a esconderse en el metro junto con su madre y su hermana. Cuando paraban las sirenas, nunca sabían lo que encontrarían en la calle. Quizás su casa había sido bombardeada y no tenían adónde ir. Vivían en un sufrimiento constante que parecía no tener fin.
En el otro lado de Barcelona, mi abuela, su hermano y su madre vivían como podían gracias a las cartillas de racionamiento. Estas cartillas, publicadas en 1939 y retiradas en 1953, estaban provistas de una serie de cupones con los que la gente podía ir a los diferentes establecimientos para proveerse de los alimentos correspondientes: un cuarto de aceite, azúcar, mantequilla ... Cada semana te daban una cartilla y si la gastabas antes de terminar la semana, mala suerte. Mi abuela recuerda que llegó a pasar mucha hambre y que, incluso, algunos colmados les dejaban comer de "fiado", y que pagaran cuando pudieran. Para ella, su mayor felicidad era cuando, en ocasiones especiales como su cumpleaños, podían comer un huevo frito y beber un poco de gaseosa.
Mi abuela tiene la obsesión de tener siempre los armarios y la nevera llenos de comida "por si acaso". Dice que nunca más su familia volverá a pasar hambre Mi abuela tiene la obsesión de tener siempre los armarios y la nevera llenos de comida "por si acaso". Dice que nunca más su familia volverá a pasar hambre
Mi abuela fue a una escuela de monjas solo para niñas. En esta escuela había una clara distinción entre las niñas ricas y las niñas pobres. Las niñas ricas iban con un uniforme y abrigo azul marino y, en cambio, las niñas pobres iban con una bata blanca y un lazo rojo en el cuello. Ella pertenecía a este último grupo. Los dos grupos no se relacionaban casi entre si y solo coincidían en misa (aunque las ricas entraban por la puerta principal y las pobres, por una lateral). Eso sí, en Navidad y siguiendo la religión cristiana, las niñas ricas les lavaban los pies a las niñas pobres y les preparaban una cena. Era la única época del año en la que se relacionaban. Debido a su precaria situación, a los 11 años mi abuela tuvo que dejar la escuela para ponerse a trabajar de aprendiz de modista en una sastrería de Sarrià.
El franquismo marcó mucho a esta generación que, como mis abuelos, vivieron con miedo y angustia gran parte de su vida. Aún no han podido olvidar todo lo que pasó y todavía les afecta en muchos aspectos de su vida actual. Mi abuela, por ejemplo, tiene la obsesión de tener siempre los armarios y la nevera llenos de comida "por si acaso". Ella siempre dice que nunca más ni ella ni nadie de su familia volverá a pasar hambre.
Si quieres comentar o debatir sobre este artículo, puedes hacerlo en Entre Todos.Entre Todos