Entre un elaborador de whisky bourbon y otro de quesos hay bastantes puntos en común. Ambos viven aislados en los bosques y se han enfrentado con éxito al problema de dar solución al consumo de una producción con fecha de caducidad. El cereal empleado para el destilado se lo comen los ratones. La leche se agria. Además, transportarlos hasta las ciudades es un engorro. Se necesitan carros y mulas. En cambio, si se destila el maíz, en un par de barricas cabe media cosecha. La leche, transmutada en queso, también aguanta el paso del tiempo, contrae su volumen y puede centuplicar el precio que tenía recién ordeñada.
Ruta gastronómica
El nuevo turismo 'láctico'
Para los amantes de los quesos, más allá de las ferias se abre todo un mundo que recorrer por distintas queserías y granjas donde se hacen catas
Marc Martínez, copropietario de la quesería Dotze Graus de la capital catalana. /
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