El nuevo urbanismo

Barcelona descarta replicar el modelo de ejes verdes al costar su mantenimiento diez veces más que en otras calles

El cruce de Consell de Cent con Borrell, que una juez ordena revertir a su aspecto primitivo. / FERRAN NADEU

Se cumple ahora, sin que haya un día concreto para soplar las velas, el primer aniversario de los ejes verdes del Eixample. El primer tramo finalizado se abrió al tráfico (para ir a pie o en coche) entre la Diada de Sant Jordi de 2023 y la cita con las urnas del 28 de mayo, o sea, que no hubo corte de cinta ni nada parecido porque eran fechas de campaña electoral, pero el primer aniversario está ahí y el Ayuntamiento de Barcelona ha sacado varias conclusiones, pero por encima de todas ellas, una: el mantenimiento de una calle Consell de Cent es 10 veces más caro que el de una calle convencional, por ejemplo, Diputació. No hay propósito de enmendar de raíz lo llevado a cabo en el anterior mandato municipal, pero el actual equipo de gobierno considera que, por precio, no solo de ejecución, sino de mantenimiento, no es replicable en otras calles de la ciudad. Barcelona no se lo puede permitir.

Así lo explica la primera teniente de alcalde y responsable del área de Urbanismo, Laia Bonet. La pregunta es oportuna porque se cumple un año del estreno gradual de los ejes verdes y, sobre todo, porque una segunda sentencia del pasado 19 de abril ordena al Ayuntamiento de Barcelona retornar a su estado original la cruz de calles que confluye en la intersección de Borrell con Consell de Cent.

La sentencia ha pasado, en honor a la verdad, bastante inadvertida. La línea argumental de la magistrada del juzgado contencioso administrativo número 15 de Barcelona es la misma que aparece en la sentencia que se dio a conocer en septiembre de 2023, que sí que ocasionó un cierto revuelo, tanto que hasta los propios demandantes, la Unión de Ejes Comerciales Turísticos de Barcelona (Barcelona Oberta), pidió que no se ejecutara el fallo. Los demandantes de en esta segunda sentencia son los mismos y esta vez han optado por permanecer en la sombra y, a puerta cerrada, dar por hecho que tampoco aspiran a revertir los trabajos.

Como entonces, explica Bonet, los servicios jurídicos municipales presentarán un recurso ante el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya porque existe el convencimiento de que desde el punto de vista del procedimiento con el que se llevó a cabo esa intervención urbanística no se le puede poner ningún pero a la operación. Pero fuera de los tribunales, el equipo de gobierno de Jaume Collboni sí que ha decidido ‘juzgar’ con otros criterios los ejes verdes, por ejemplo, desde el punto de vista económico.

Lo dicho. Son, según sus cálculos, 10 veces más caros de mantener que cualquier otra calle. La letra pequeña de esa afirmación se irá conociendo en las próximas semanas. Hace un par de meses, el ayuntamiento solicitó a todas las áreas municipales que de un modo u otro trabajan en los ejes verdes que realizaran un informe sobre qué contratiempos les ocasiona la gestión de esos espacios. Han opinado ya los responsables de la limpieza, la gestión del tráfico, la jardinería y un largo etcétera de áreas. En breve, ese ‘juicio’ tendrá una segunda fase con la opinión de vecinos y comerciantes.

La última (o penúltima quizá ya) silla dañada por los coches, en este caso en la calle de Girona. /

C. C.

Esa suerte de auditoría general será muy completa. En la confluencia de Girona con Consell de Cent, por ejemplo, ha estacionado durante varias semanas una unidad de control de la calidad del aire, así que será posible conocer incluso el impacto de la reurbanización desde el punto de vista de gases contaminantes y partículas en suspensión. Las conclusiones finales de este gran examen, sin embargo, no parece que vayan a torcer el nuevo rumbo urbanístico que prefiere el alcalde Collboni, que prefiere recuperar interiores de manzana antes que replicar nuevos ejes verdes en otras calles o prolongar los actuales.

¿Por qué son caros? Bonet explica que en primer lugar hay una razón muy obvia. Hay más vegetación, y eso requiere multiplicar los cuidados, y, sobre todo, hay mucho más mobiliario urbano. También su uso es muy intenso. Su éxito de público ya lo quisieran los cines y teatros de la ciudad. Pero quizá el dato que más subraya esta cuestión es lo que ha sucedido con esas minúsculas vallas que fueron instaladas para marcar los límites de los alcorques y de los parterres vegetales. Han sido aplastadas por los vehículos vallas por valor de 2,5 millones de euros, una cifra considerable, sin duda, lo cual invita a retroceder en el tiempo y desempolvar un poco conocido debate que hubo sobre esa cuestión cuando los ejes verdes estaban en fase obras.

Una de las decenas de vallas de los parterres, aplastada por las ruedas de los vehículos. /

JORDI COTRINA

Ese tipo de protecciones, que apenas son un alambre de un cierto grosor, fueron descartadas en la plaza nacida en el cruce de Enric Granados con Consell de Cent por petición expresa de la arquitecta autora en concreto de parte de la obra. Hizo un pronóstico. No resistirán, dijo. Se aceptó en esa plaza un diseño distinto, mucho más sólido. Fue una excepción. En el resto de los ejes verdes se mantuvo el plan inicial. El tiempo le ha dado la razón.

Si el cálculo de que Consell de Cent le cuesta a las arcas municipales 10 veces más que Diputació incluye la reposición de esas vallas, como parece que así es, el pronóstico, según la opinión de quienes fueron en su momento los impulsores políticos y técnicos de los ejes verdes, es que esa proporción tenderá a equilibrarse. En toda obra de estas características, dice, hay un inevitable periodo de “adaptación cultural”. Es decir, de posibles daños por un uso inadecuado, ya sea premeditado o inconsciente. Es más, consideran que sería conveniente distinguir entre qué sobrecostes son fruto del desgaste de por un uso intensivo del lugar (los pavimentos, por cierto, están resistiendo de forma notable) y cuáles son consecuencia del incivismo. En este segundo apartado, la desobediencia a las señales de tráfico por parte de algunos conductores se lleva la palma.

Cara al futuro, Bonet explica que la mejora de las condciones medioambientales de la ciudad tendrá que pasar por otras fórmulas. Por recuperar interiores de manzana y por pacificar calles de otra manera. En ese sentido, una pista será lo que suceda en el tramo de Rosselló comprendido entre Josep Tarradellas y Hospital Clínic, donde el gobierno municipal decidió poner el cuentakilómetros a cero en los planes previstos con anterioridad. Se hará, pero no con la arquitectura de Consell de Cent, explican desde el ayuntamiento. Se hará con criterios menos onerosos para las arcas municipales.