Después de que el pasado abril acogiera un decidido debate sobre si hay arte urbano del paisaje barcelonés que estaría mejor en un almacén, la antigua cárcel Modelo reabre su pequeño auditorio (en su tiempo fue la sala de espera de quienes iban a ver a sus familiares presos) para tres nuevas jornadas de conocimiento y reflexión, en este caso para otra cuestión irresuelta en esta ciudad: “Queremos que aquellos espacios en los que se practicaron torturas sigan siendo hoy en día dependencias policiales o bien queremos convertirlos en logares de memoria colectiva”. Del 15 al 17 de noviembre, con entrada gratuita, se abordará esta cuestión con un programa que ya responde en parte a esa pregunta.
Las tres sesiones han sido organizadas por la concejalía de Memòria Democràtica, a cargo de Jordi Rabassa, y pueden causar de todo menos indiferencia. Cuatro víctimas de torturas en las dependencia de Via Laietana (Carles Vallejo y Blanca Serra), en la temible Escuela Mecánica de la Armada de Argentina (Graciela García) y en el no menos cruel cuartel de Terranova de la Dirección de Inteligencia Nacional de Chile (Soledad Castillo) pondrán de forma conjunta sobre la mesa sus testimonios.
Cuando sus relatos probablemente aún no habrán dejado de resonar en la sala, esas víctimas cederán sus sillas a cuatro ponentes que, a su manera, ilustrará a la perfección lo que la concejalía de Memòria pretende subrayar con estas jornadas. Intervendrá Mona Hallak, directora del Museo Beit de Beirut, un espacio de memoria sobre la guerra civil libanesa que ocupa un edificio que durante aquella contienda quedó situado en la línea de frente que separaba a ambos bandos en la ciudad y que fue empleado por francotiradores cristianos para matar a quienes consideraban sus enemigos.
Del Museo Sitio de Memoria ESMA vendrá a Barcelona su directora, Mayki Gorosito, de la Corporación Parque por la Paz Villa Grimaldi de Chile, Álvaro Ahumada, y del Museo do Aljibe de Lisboa, Rita Rato.
Muy difícil será que no se asome en las jornadas lo sucedido en marzo de 2019 en la Via Laietana de Barcelona. El 26 de aquel mes, el ayuntamiento inauguró a pocos metros de la puerta principal de la Jefatura Superior de Policía de Barcelona una placa en memoria de quienes allí sufrieron torturas durante el franquismo. Dos días después, la placa amaneció destrozada con ácido.