“Debo de ser la única persona que ha vivido allí dentro y que, además, ha actuado en el teatro”, confiesa Carme Masriera, descendiente de una estirpe a la que Barcelona debe un escenario singularísimo. El teatro Studium ha sobrevivido cerrado e inadvertido en el Eixample, bien se podría decir que intacto, como si apenas nada hubiera cambiado desde los tiempos en que aparecía en la cartelera de la ciudad, antes de la Guerra Civil. Se oculta dentro del Taller Masriera, ese templo griego algo sombrío y empotrado en la calle Bailèn, un capricho decimonónico construido para albergar un obrador de orfebres y pintores aficionados a las tablas. Tras unos años de funciones reservadas a la familia, se abrió al público y a compañías de actores aficionados en 1932, a funciones de teatro vanguardista y a grupos internacionales. “Allí hice Els Pastorets. Y lo frecuentaba gente importante del mundo del teatro, de la danza, de la música...”, evoca Masriera. Incluso Federico García Lorca pasó por allí. Ahora, el Ayuntamiento de Barcelona barrunta cómo ocupar tan desaprovechada reliquia. Por ahora, el único proyecto que ve viable impone despedazar el histórico teatro.
Debate en marcha
El teatro vanguardista que acogió a Lorca en Barcelona, en riesgo de ser despedazado
El ayuntamiento propone trasladar una biblioteca al Taller Masriera, lo que amputaría el teatro Studium, un inadvertido recinto histórico
Taller Masriera en la calle Bailén /
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