Tras meses de clases virtuales, el estado anímico de los profesores universitarios varía según la materia que imparten, las condiciones de la docencia, la edad y el nivel de aceptación tecnológica, entre otros factores. Cada experiencia es distinta, pero pese a los cursos de formación en nuevas tecnologías muchos no han superado lo que podría llamarse el síndrome de la pantalla negra. Sin embargo, la docencia remota ya no es un recurso puntual, podría alargarse todo el curso y parte del siguiente y tendrá profundas implicaciones en el futuro de la enseñanza superior.
los efectos de la pandemia
Profesores solos ante la pantalla
Dolor de cabeza, tensión muscular y desánimo acechan a los docentes tras horas de clases remotas
Los expertos insisten en que la experiencia actual es un ensayo para la educación del futuro
David López, profesor de Informática en la Univesitat Politècnica de Catalunya (UPC). /
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