Un registro para el consumo de agua, otro para el de pienso, un libro en el que debe constar el nombre de toda persona que entre y salga de la granja, otro para el control de las deyecciones o residuos ganaderos, y aún otro más para hacer un balance de los nitrógenos producidos. A todo ello se suma, además, el llamado libro de registro de la explotación, que es el documento donde deben hacer constar toda la actividad. "Hay veces en que una misma acción se tiene que documentar hasta tres veces, pero en registros distintos", protesta Jordi Armengol, ganadero de Juneda (Garrigues) y copropietario, junto a su padre, de una pequeña empresa agropecuaria familiar. Al cabo de la semana, calcula Armengol, la burocracia le ocupa un 20% de las horas totales de trabajo. "A veces, el papeleo me roba incluso más tiempo, sobre todo cuando es época en que hay que hacer declaraciones fiscales o solicitudes de ayudas", indica.
Sector en crisis
Los agricultores dedican el 20% de su jornada al papeleo con la Administración
La marcha de tractores en Barcelona se dirige al Parlament /
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