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La industria cementera culpa la agonía del sector a la falta de obra pública

El sector prevé una bajada de la actividad en 2023 en el marco del crecimiento de costes y caída de márgenes

Las fábricas acumulan 11 años de estancamiento, aunque el PIB ha aumentado cerca del 20% en ese periodo

Las instalaciones de la planta cementera Lafarge / FERRAN NADEU

El sector cementero refleja las incertidumbres económicas con caída de márgenes y estancamiento de la actividad. La industria catalana en torno a esta materia prima asume con preocupación un periodo de estancamiento que se prolonga ya varios años y que causa creciente pesimismo. En este contexto, las empresas del sector buscan chivos expiatorios y achacan directamente a la obra pública como causante del estado de indolencia industrial que atraviesan. Según la asociación Ciment Català, "las expectativas para el 2023 son negativas" tras un 2022 desesperanzador. El presidente de esta patronal, Salvador Fernández Capo, atribuye a "la falta de ejecución de obra pública" la crisis que vive el sector cementero. Durante los últimos años, el importe de las licitaciones en Catalunya ha sido insuficiente y "siempre muy alejado de la media histórica y de las necesidades objetivas del país", explica la patronal.

El tradicional clamor contra la falta de inversión por parte del Estado en Catalunya no explica solo la evolución del sector cementero. Pese a que en 2022 se produjo un aumento de cerca del 25% en el volumen de pujas, "la falta de ejecución -por la falta de diligencia de las diferentes administraciones, por los concursos desiertos o por la paralización de los proyectos debido al incremento de costes- ha mantenido en cota baja la actividad del sector". Como consecuencia, las fábricas acumulan 11 años seguidos de estancamiento, con unos volúmenes de producción y ventas mínimos. En el año récord de 2007, la producción rozó los 10 millones de toneladas, y el consumo subió hasta casi nueve millones de toneladas. El estallido de la burbuja inmobiliaria del 2008 y la falta de inversión publica llevaron un hundimiento de las magnitudes, que pasaron en torno a 3 y 2 millones de toneladas respectivamente. Y en ese mismo nivel se encuentra el sector a finales de 2022.

Fernández recuerda que "en el mismo periodo, el PIB catalán ha remontado un 20%", en una recuperación paulatina que no ha llegado a la industria del cemento. El consumo anual per cápita de cemento en Catalunya está por debajo de los 300 kilos, cuando la media de la UE supera los 400 kilos. El alza de los precios de la vivienda y las voces que apuntan a posibles recortes en obra nueva residencial no son esperanzadoras. También se prevé una cierta ralentización de las promociones logísticas, que los últimos años han vivido momentos dorados.

Obras pendientes

El acuerdo de presupuestos y la posibilidad de construcción de la B-40, la ampliación del Aeropuerto de Barcelona, de la L-9, de la mejora de Rodalies, la construcción de los accesos viarios y ferroviarios en los puertos de Barcelona y Tarragona, el desdoblamiento de la N-340 y hasta el Corredor Mediterráneo son esperanzadores para el sector. Pero los márgenes del negocio del cemento y del hormigón han caído y el mercado exportador, tradicional motor de la industria catalana, también se ha resentido.

La evolución del consumo de cemento en España no fue diferente el año pasado. Cerró 2022 con una caída del 0,8% en toneladas, muestra de estabilidad pero en el entorno de niveles respetables, el segundo más elevado de la última década. La patronal Oficemen achaca el retroceso a un mes de diciembre en el que el consumo cayó el 6,3% (por la lluvia). "La invasión de Ucrania trajo consigo una fuerte incertidumbre económica a escala internacional acompañada de un crecimiento acelerado de los costes energéticos y la inflación, variables ambas que han marcado la evolución del ejercicio", explicó el presidente de Oficemen, José Manuel Cascajero.

La evolución de los tipos de interés, la inflación, los costes energéticos, el ritmo de llegada de los fondos europeos y el grado de ejecución real de la obra pública influirán en la marcha del sector este año, según reconocen los empresarios del sector.

En 2022, entre la Administración Central, comunidades autónomas y ayuntamientos, se licitaron proyectos por 30.074 millones de euros, un 27,9% más que en el ejercicio anterior, pero el grado de ejecución fue apenas del 60% en 2022, asegura la patronal. La exportación es clave en la marcha de las cementeras este año, ya que España es el segundo exportador de cemento de Europa después de Alemania.