Denis sale a repartir entre cinco y seis días a la semana. Se calza una mochila de un amarillo ya desgastado, se monta en su bicicleta y se conecta a la aplicación de Glovo. Al final del día, pedaleando entre nueve y 10 horas, se saca 50 euros en pedidos. De los que 15 euros, es decir, el 30% se los tiene que pagar a un tercero. Porque la cuenta con la que reparte Denis no es su cuenta, sino que la alquila por horas a otra persona que se lleva una mordida a cambio de ofrecerle a este latinoamericano hasta ahora sin permiso de trabajo un canal de ingresos. Él se queda con 30 euros al día, menos que el salario mínimo interprofesional (33 euros al día) por más de las ocho horas diarias de una jornada ordinaria y sin ningún tipo de protección de paro o ante bajas por enfermedad.
Plataformas digitales
Pagar para repartir 'en B': El trapicheo de cuentas repunta ante el desafío de Glovo y Uber a la 'ley Rider'
'Riders' sin permiso de trabajo pagan a intermediarios cerca del 30% de sus ganancias para poder obtener ingresos a través de las 'apps'
Las plataformas dicen controlar este fraude vía reconocimiento facial, si bien los usuarios reconocen que no tienen problemas para burlar los controles
Repartidores de distintas ’apps’ de comida a domicilio esperando a la puerta de un restaurante. /
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