Rusia nunca ha sido una gran potencia económica. Ni lo fue cuando encabezaba el bloque comunista, ni lo es ahora, al frente de una internacional populista, con un PIB la mitad que el francés y una renta per cápita tres veces menor que la española. Pero es una potencia nuclear que ha recuperado con Putin, forjado en el stalinista KGB, el orgullo del viejo imperio zarista y la desconfianza hacia occidente que le lleva a buscar zonas de seguridad mediante un activo expansionismo. Esa actitud desafiante y dictatorial, se fortalece gracias a las exportaciones de gas y petróleo (principal fuente de financiación del país y del Estado) así como a la forja de un poderoso club de oligarcas, enriquecidos por el favor discrecional del autócrata.
Otro telón de acero
Hay que prepararse para un escenario de largo plazo en el que habrá que buscar alternativas a algunos productos importantes
Otro telón de acero, Jordi Sevilla /
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