El pádel en España: moda y negocio

Empresas como ManzaSport lideran la producción y exportación mundial de campos de juego del deporte de la pala

Juan Antonio Senent, CEO de MazaSport / activos

Mateo L. Belarte

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Cuando Juan Antonio Senent (València, 1980) dejó su carrera como jugador profesional de pádel este deporte era todavía un gran desconocido para el público general. Hoy lo juegan millones de personas y su proliferación ha terminado por derribar el mito construido en la época del expresidente José María Aznar de que era un deporte para ricos. Aunque nació accidentalmente en México, su expansión se produjo entre España y Argentina, los dos países que hoy lideran los rankings de las principales competiciones y que son percibidos como las grandes potencias mundiales del deporte de la pala.

Y no sólo por el nivel de sus jugadores sino también por el de muchas empresas vinculadas a esta rama de actividad. Y es que España y en concreto la Comunitat Valenciana gozan de una fama mundial como fabricantes de pistas de pádel gracias a que aquí están radicadas varias firmas punteras del sector. El temprano éxito que tuvo el deporte en el país ha hecho que compañías como ManzaSport lleven años de ventaja a sus competidoras internacionales y que, al calor del boom del pádel, estén ahora en la senda de duplicar la facturación de 2020, el que ya fue su mejor año histórico.

Senent, director general de ManzaSport, vio claro que el pádel le brindaba salidas empresariales una vez colgara la pala. «Mientras jugaba detecté muchas oportunidades de negocio», recuerda. Su primera inversión fue comprar una pista portátil que iba instalando en diferentes localidades para exhibiciones o eventos puntuales. "La gente no sabía ni lo que era esa caja -dice en referencia a la pista-. Alguno incluso la confundía con una jaula de leones".

El modelo de negocio fue cogiendo fuerza y el deporte fue ganando adeptos, recuerda. "A los clientes les gustaba la experiencia y empezaron a demandar instalar pistas fijas, pero seguíamos comprándolas a fabricantes". Hasta que en 2011 se lanzaron a producirlas ellos mismos y abrieron la primera fábrica en Beniparrell (Valencia). Después llegó una segunda en la localidad vecina de Silla y hoy tienen otras tres en construcción. Una tercera en Valencia y dos en puntos estratégicos para su futura expansión internacional: una en México y otra en Eslovaquia.

En lo que va de año han vendido más de 1.000 pistas, cuyo precio arranca en los 16.000 euros

Y es que el grueso de su negocio cada vez está más lejos de España y el objetivo es "acortar distancias para exportar y abaratar la logística", especialmente en un contexto como el actual, con los precios del transporte, de las materias primas y de la energía disparados. Según Senent, la compañía exporta en torno al 80% de su volumen de negocio. Sus principales mercados están en Europa y en los países del Golfo. En el viejo continente el furor del pádel entró por el norte, agitado por fondos de inversión que se lanzaron a explotar la alta rentabilidad del alquiler de pistas -en unas 500 partidas puede estar amortizada la inversión-: "Lo de Suecia ha sido una locura y puede estar rozando la saturación", explica el CEO de ManzaSport.

Y en Oriente Medio la situación ha sido similar. "En Emiratos Árabes comenzamos a trabajar en 2014. Desde entonces y hasta 2020 instalamos 27 pistas y en lo que va de año llevamos más de 70", incide Senent. También son líderes en Arabia Saudí, Kuwait, Baréin, Catar… Mercados en los que entraron gracias a la buena reputación de España en el mundo del pádel. "Ser español en este sector aporta un valor añadido, pero no quiere decir nada. Hay que cuidar la fama porque como yo siempre digo, no por ser español sé torear", bromea.

Algo más que fama debe ofrecer una firma que en 2021 ha vendido más de 1.000 pistas, según indica su máximo responsable, y que les va a llevar a pulverizar su récord de 5 millones facturados en 2020. El precio de cada una arranca en torno a los 16.000 euros y puede dispararse con opciones de personalización y con los costes de exportación e instalación, otro de los motivos de la apertura de fábricas en el exterior, ya que pueden triplicar el precio final.

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Pese a que las distorsiones comerciales mundiales les han obligado a aumentar los plazos de producción de tres a seis semanas, el boom ha sido tal que llegaron a fabricar 100 pistas en una semana y ya rozan los 50 empleados en plantilla.

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