Dosier

Libros, un ancla en medio de la tormenta

  • Gracias al aumento de la lectura, el negocio editorial resiste en un año que se presentaba catastrófico por el covid

Un hombre mira un libro en la Feria del libro antiguo y de ocasión / Eduardo Ripoll

El libro, esa ventana a mundos en su mayoría desconocidos, además de una herramienta de aprendizaje y diversión, que a algunos les da dolor de cabeza, como decía que le pasaba al futbolista Romario cuando se ponía a leer, es un negocio. Y un negocio con muchas aristas en el que, al igual que sucede con los agricultores, el productor no es precisamente el más beneficiado. De hecho, cuando uno entra en una librería, husmea, encuentra lo que busca o se topa con lo que no buscaba y paga, en torno al 10% de ese dinero va a parar al autor, Hacienda mediante, aunque "el novel puede cobrar muy poco o nada porque busca un hueco en el mercado". Un 40% va destinado al editor, que incluye ahí el coste del libro, su promoción y sus ganancias. El resto es para quien lo vende, o sea distribuidores y librerías. Grosso modo, como explica el portavoz de la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (Cegal), Álvaro Manso.