Los primeros días del estado de alarma ya empezaron a saltar las alertas sobre la gravedad de la crisis social que se avecinaba, y que golpeaba con especial dureza a colectivos que aún no se habían recuperado de la anterior crisis económica. “Los servicios sociales cerraron al público, y que te atendieran por teléfono era una odisea”, rememora el presidente de Cáritas Andalucía, Mariano Pérez de Ayala, describiendo un escenario común a todo el país. La situación se fue agravando con el paso de los días, y por las puertas de las oenegés empezaron a aparecer personas que nunca habrían imaginado tener que pedir ayuda para comer o pagar el alquiler. De golpe, habían perdido recursos, contratos, negocios o incluso redes de apoyo de amigos que estaban en la misma situación.
la paradoja de la nueva normalidad
Los nuevos perfiles de la crisis
La tardanza en recibir los recursos públicos causaron estragos entre población que nunca se pensó que tuviera que pedir comida o ayuda para el alquiler
Desde Cáritas reclaman un debate en profundidad sobre los servicios sociales y advierte que "el año que viene será muy duro para muchos"
Colas para recoger comida en los servicios sociales, en Barcelona. /
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