SECTOR TEXTIL

Salir "de alquiler" y no de compras, otra forma de estrenar ropa

El negocio del préstamo de ropa se ha impuesto al modelo del 'fast fashion' con el objetivo de recordarnos que es posible encontrar un equilibrio entre lo que producimos, lo que consumimos y, a la vez, ser responsables con el medio ambiente

Con el objetivo de acabar con el modelo de despilfarro y explotación que impera en la industria de la moda, el negocio del préstamo de ropa ha llegado a nuestro país para recordarnos que es posible encontrar un equilibrio entre lo que producimos, lo que consumimos y, a la vez, ser responsables con el medio ambiente.

La industria del alquiler de ropa se impone como alternativa al ’fast fashion’ / Christian Fregnan (Unsplash)

Reinventarse para no morir... O no matarnos. En este dilema se encuentra el sector textil en estos momentos: según datos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), la moda es la segunda industria más contaminante del planeta, tan solo por detrás del petróleo. Únicamente para confeccionar unos vaqueros se necesitan 7.500 litros de agua, un volumen suficiente para satisfacer las necesidades de una persona en siete años.

El organismo asegura que la industria de la moda es responsable del 20% del desperdicio total de agua a nivel global, mientras que la producción de ropa y calzado produce el 8% de los gases de efecto invernadero. Por ello, subrayan la importancia de garantizar un modelo enfocado hacia la sostenibilidad. Y cuanto antes.

Para conseguirlo, la organización tiene como uno de sus objetivos prioritarios el acabar con el ‘fast fashion' o ‘moda rápida’, el paradigma que hoy domina la industria textil, basado en el derroche y la explotación.

Con la llegada de la globalización, muchas empresas deslocalizaron sus fábricas y lograron mano de obra muy económica. Como consecuencia, las marcas ofrecen cambios constantes de colecciones a bajos precios, animando a los consumidores a comprar y desechar ropa frecuentemente.

Este patrón se afianzó con la llegada de la crisis y la pérdida de poder adquisitivo de la sociedad. De hecho, el consumidor compra por término medio un 60% más de ropa que hace una década, y una pieza se utiliza solo 10 veces antes de ser tirada, según confirma el organismo internacional.

¿Para qué comprar moda si puedes alquilarla?

Ante este escenario, la industria de la ropa de alquiler se ha abierto camino, recordándonos que es posible encontrar un equilibrio entre lo que producimos, lo que consumimos y, a la vez, ser responsables con el medio ambiente.

El negocio del préstamo de ropa comenzó como un oasis en el desierto de la industria textil, con la posibilidad de alquilar prendas para eventos especiales. Ahora, el sector busca conquistar el mercado del uso diario, aprovechando que la conciencia ecológica está en auge. 

De ello también tiene gran parte de “culpa” la incorporación de la tecnología a casi todas las facetas de nuestra vida. Siguiendo el modelo de AirBnb, donde alquilas tu casa; BlaBlaCar, donde compartes tu coche; o Couchsurfing, donde cedes el sofá de tu salón; las compañías de alquiler de ropa se han sumado al movimiento de la economía colaborativa. Y con mucho éxito.

Y es que según un estudio de Allied Market Reserch, las ganancias de esta industria se situaban en torno a los 800 millones de euros en 2017 y se estima que superarán los 1.600 millones de euros en el año 2023.

Ahorrar mientras cuidas el medio ambiente

Un claro ejemplo es Rent the Runway. Esta startup estadounidense, pionera en la aplicación de la economía circular en la industria de la moda, nació en 2009 y, en tan solo 10 años, ya está valorada en más de 1.000 millones de dólares.

Imitando su modelo de negocio, y con el fin de ser conscientes de la falsa necesidad de comprar con tanta frecuencia, en los últimos años también han aterrizado en España plataformas como Ecodicta, La Más Mona o Pantala. La fundadora de esta última, Pilar Olmedo, asegura que su objetivo es “reducir el impacto que tiene la moda en el medio ambiente, exprimiendo al máximo el ciclo de vida de cada prenda y reduciendo así la producción de las mismas”.

Su proyecto surgió en un viaje a Indonesia, uno de los diez países más contaminantes del mundo. Investigando cómo combatir esta realidad, descubrieron la economía circular y, con ella, la filosofía donde el hecho de comprar-usar-tirar se transforma en comprar-usar-reutilizar. 

Hoy, menos del 1% del material utilizado para producir ropa se recicla en nuevas prendas, lo que representa una pérdida de más de 500.000 millones de dólares en la industria debido a la falta de reciclaje y de la ropa que se tira en vertederos cada año, avanzan desde la Fundación Ellen MacArthur. 

Mujeres de 28 a 48 años, trabajadoras y muy activas

Superadas las primeras reticencias hacia las prendas de segunda mano como pueden ser la falta de limpieza o el qué dirán, la directora de operaciones de Ecodicta, Mercedes García, asegura que el sector de la ropa de alquiler está al alza, al igual que el mercado de segunda mano.

“Mujeres de 28 a 48 años, trabajadoras y muy activas, interesadas por la moda pero con poco tiempo para comprar, y sobre todo con un interés en reducir su huella ecológica” son los perfiles que más demandan este tipo de industria, explica García.

Su servicio de ‘fashion sharing’, además de presentar una alternativa a la compra impulsiva y dar acceso a prendas premium, “ofrece un servicio personalizado” que incluye prendas seleccionadas por sus estilista de acuerdo a las especificaciones de cada socia. En su caso, ofrece cuatro planes de suscripción que van desde los 8 hasta los 50 euros al mes.

En definitiva, un sector que tiene el potencial de reducir el modelo de despilfarro y explotación que hoy domina la industria textil, que ayuda a extender la vida útil de las prendas y que, a la vez, es capaz de ser más sostenible con el medio ambiente. ”Ahorras tiempo, espacio y dinero, mientras fomentas la economía colaborativa y la moda sostenible”, concluye.