Mario Fernández, presidente de Kutxa Bank que abanderó la fusión de las tres cajas vascas que dio lugar a la entidad, dimitió ayer de su cargo por sus diferencias con el PNV, el partido que le aupó al puesto y con el que llegó a ser vicelendakari del Gobierno vasco en los años ochenta.
La raíz de las diferencias está en que la nueva ley de cajas impuesta por la Comisión Europea obliga a las entidades de ahorro a crear un elevado fondo de reserva (de unos 700 millones de euros en el caso de las vascas) para afrontar posibles problemas en los bancos a los que transfirieron su negocio o, en su defecto, a captar accionistas privados y disminuir su participación.
Fernández se había mostrado partidario de la segunda opción, muy criticada por los sindicatos y los partidos de la izquierda abertzale. Tras un primer momento de silencio, dirigentes del PNV se sumaron a esta oposición y hasta el lendakari, Iñigo Urkullu, anunció su «criterio contrario» a la privatización.
La vizcaína BBK, principal accionista de Kutxa Bank, anunció que su sustituto será Gregorio Villalabeitia, hasta ahora socio de la firma de cazatalentos Seeliger y Conde -la misma donde trabaja Esperanza Aguirre- y anterior directivo de la Caja de Ahorros Vizcaína, Banco Cooperativo Español, Argentaria y BBVA.