Cuando me lo contaron me costó creerlo, pero cuando lo comprobé por mí mismo aluciné. Hace unos días un amigo fue sancionado por los Mossos d'Esquadra por ir a 93 km/h en un punto en el que se tenía que ir a 60 km/h. Hasta aquí nada que decir. La ley es la ley, y todos debemos cumplirla. El problema llega en el momento en el que nos ponen impedimentos y trampas para poder respetarla. Les pongo en situación: kilómetro 113 de la carretera C-16. Un radar camuflado se esconde en una bifurcación, justo frente a una señal de tráfico que limita a 60 km/h la velocidad ante la proximidad de un cruce. La zona es recta, tras haber pasado un radar fijo. Emboscada perfecta. Resulta que la señal de 60 km/h no se puede ver hasta que el conductor se encuentra a menos de cinco metros de la misma y el motivo no es otro que, literalmente, delante y tapándola hay dos carteles que anuncian el paraje idílico del «Massís del Pedraforca». La señal no se puede ver con antelación y los incautos conductores caen uno tras otro como moscas. No quiero valorar si hay que ir a 60 o a 90. Mi queja va en el sentido de que si hemos de respetar las señales de tráfico, estas deberían estar perfectamente visibles. Y les aseguro que en este caso no lo estaban. Si no, compruébenlo ustedes mismos.
'Atraco' de guante blanco
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