Tras casi siete meses en vigor la reforma laboral del Gobierno del PP no ha dado el resultado apetecible ni siquiera para sus promotores y alentadores. La contratación ha caído, el paro ha aumentado, la flexibilidad apenas existe, los salarios han bajado, ha descendido el número de convenios colectivos y no existe perspectiva a medio plazo de que el mercado laboral se anime ni dé un vuelco. Tampoco ha facilitado la inserción de mujeres y jóvenes.
Los sindicatos se ratifican en lo que dijeron en febrero: será un fracaso y aumentará la precariedad. El Ejecutivo y los expertos de las grandes firmas de abogados dicen ahora que es culpa de la crisis económica.
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