Naciones Unidas se ha propuesto conseguir que en el año 2030 todo el mundo tenga acceso a un sistema de saneamiento e higiene adecuados. Esto significa no solo poner fin a la defecación al aire libre a la que se ven obligados 869 millones de personas actualmente, sino también a garantizar un tratamiento correcto de los desechos fecales y las aguas residuales.
Por eso, ha establecido los cuatro puntos que deberían ser básicos: un retrete contectado a un contenedor separado, un sistema de transporte seguro que evite el contacto con las heces, un tratamiento adecuado y un sistema de reutilización para la generación de energía o como fertilizantes para la agricultura.