Ya se intuye la primavera, y lo sé porque el fútbol me estresa. Las últimas diez jornadas, los sorteos clave y las eliminatorias que esconden la gloria asoman por la puerta, y yo me pongo enfermo. Es todo demasiado intenso. Llevo incluso unos días fantaseando con un futuro ideal, en el que pudiera vivir sin tener que ganar dinero, y en el que solo vería fútbol por placer desde agosto hasta enero. Disfrutaría de veras, así lo siento: primero con la excitación veraniega de lo nuevo, luego con esas semanas curiosas de otoño en las que los equipos se van construyendo, y también con alguna dosis de moderado sufrimiento y del frío húmedo de algún desplazamiento, al principio del invierno.
Barraca y tangana
Demasiado intenso, por Enrique Ballester
En un futuro ideal solo vería fútbol por placer desde agosto hasta enero. Todo sin dramas y con lo definitivo siempre lejos
La firma de Enrique Ballester /
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